viernes, 24 de junio de 2016

A siete meses de asumido el nuevo gobierno, sus tiempos administrativos atentan contra su credibilidad internacional

Daniel Gigena publicó ayer en el diario La Nación, de Buenos Aires, la nota que se reproduce a continuación, donde se da cuenta de la situación de incertidumbre por la que pasa una de las mejores iniciativas llevadas adelante por el Estado argentino para difundir la cultura del país. Según se comenta aquí, “por la transición, se suspendieron los pagos y no se abrió la convocatoria de 2016”.

Compás de espera para el Programa Sur de traducciones

 Creado en 2009 con el objetivo de promover la difusión de obras de literatura y pensamiento argentinos en el exterior, el Programa Sur, de apoyo a la traducción y fortalecimiento de la edición en lengua extranjera (Prosur), se encuentra en un compás de espera. ¿El motivo? "Está en una transición administrativa", aducen en las oficinas de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, desde este año a cargo de Mauricio Wainrot. Y aunque no haya un plazo final para este proceso de ajuste, aclaran que la voluntad es continuar con esta política.

Como el presupuesto 2015 asignado a Prosur no se terminó de ejecutar el año pasado y se halla ahora en revisión, no sólo quedaron deudas impagas con editores extranjeros que habían contratado a traductores para que hicieran su trabajo, sino que tampoco se pudo abrir la convocatoria para 2016. En sus inicios, el Comité para la Participación de la Argentina como País Invitado de Honor en la Feria del Libro de Fráncfort 2010 (Cofra) lanzó este programa para promover los títulos de autores nacionales y facilitar su edición en lenguas extranjeras. Y dio buenos resultados: 800 obras de autores clásicos y contemporáneos de la Argentina fueron traducidas a 38 idiomas gracias a ese subsidio. El monto total anual estimado de Prosur es de 500.000 dólares y la subvención a la traducción recibía un monto máximo por obra de 3200.

Las embajadas argentinas en distintos países no pudieron aún saldar sus deudas con editores y traductores extranjeros porque, como todos los presupuestos de áreas públicas desde el cambio de gobierno nacional, hace seis meses, éste está "en revisión". Pero además de compromisos impagos, este lento ritmo de revisión genera incertidumbre cuanto más se aproxima octubre, mes de la feria internacional más importante para la comercialización de libros: la de Fráncfort .

Con el foco en Fráncfort
En la página web del programa (programa-sur.mrecic.gov.ar) se detallan las obras traducidas entre 2010 y 2014. Entre ellas figuran Los siete locosSobre héroes y tumbasOperación MasacrePlata quemadaLa sueñeraWakolda e incluso libros firmados por Jorge Bergoglio antes de convertirse en papa. Los cinco autores argentinos más traducidos son Julio Cortázar, Ricardo Piglia, Jorge Luis Borges, Claudia Piñeiro y Roberto Arlt.

Más allá de su contundencia numérica, los resultados condensan varios logros simultáneos. El licenciado Diego Lorenzo, responsable del Programa Sur, detalla algunos: "El acrecentamiento del patrimonio literario del país; el aporte y la defensa de la variedad idiomática en el universo de los intercambios literarios frente al predominio de España, y la importante ampliación del mercado para nuestros autores y editores". Cuando los editores extranjeros expresan su interés en contratar un libro de escritor nacional, pueden gestionar la subvención. "Que no siempre es aceptada luego de su evaluación", indica.

La Argentina no es el único país con una política de Estado que apoya las traducciones. "Brasil fue el primer país de América latina en instalar un programa así, y lo hizo eligiendo la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro -dice Jorge Fondebrider, poeta y traductor, integrante del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires-. Nuestro país fue el segundo. Después del ejemplo argentino, México empezó también, al instalar el sistema en Conaculta (algo así como el Fondo Nacional de las Artes de ellos) y Chile y Uruguay están empezando." Si bien la comisión de asesores del Prosur no incluía a ningún traductor, los resultados del trabajo estaban a la vista y tanto editores asociados a la Cámara Argentina del Libro (CAL) como escritores se manifiestan conformes. Igualmente, un cambio de forma en el reglamento contemplaría a partir de ahora la renovación anual de los siete integrantes del comité -manteniendo fijos a dos de ellos, el director de Asuntos Culturales y el director de la Biblioteca Nacional- y tendría en cuenta la presencia de un traductor.

Martín Mengucci, encargado de ferias internacionales de la CAL, señala la importancia del programa para la comercialización de títulos de autores argentinos en ferias del libro internacionales. "Prosur ha movilizado mucho la venta de derechos de libros nacionales porque disminuye un costo central en la producción de libros", dice, en referencia al valor que representa una traducción. El dinero subvencionado va directamente a los bolsillos del traductor extranjero. "La CAL está interesada en la continuidad del programa, sobre todo en vistas a la nueva edición de la Feria del Libro de Fráncfort, donde se pueden vender derechos a varias editoriales extranjeras de renombre", agrega Mengucci. Quizá para entones las revisiones presupuestarias hayan terminado y se puedan girar los fondos adeudados a las embajadas argentinas en el mundo. Y, en especial, se pueda lanzar la convocatoria 2016 para que los libros de autores nacionales circulen en más países y en más idiomas.


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